Peñalara
Peñalara (cumbres, lagunas y también los bosques que la rodean), es hoy en día uno de los destinos excursionistas mas concurridos del centro peninsular. Difícil es conocer el número exacto de personas que se acercan por estos lugares muy especialmente fines de semana y fiestas de guardar. Deben, debemos, ser muchos ya que los aparcamientos se colapsan y en no pocas ocasiones las carreteras se atascan. Pero antiguamente, incluso los fines de semana, las cosas no eran así. A la montaña más alta del Guadarrama y su entorno como al resto de la sierra no se acercaba prácticamente nadie que no se ganara la vida aquí o tuviera que atravesarla como parte del recorrido de un inevitable viaje. Pero como sucede con todas las cosas de la vida siempre había una excepción, de muy ilustre categoría por cierto, la más ilustre de hecho y que tenía lugar generalmente en periodo estival.
Y es que la monarquía reinante y su cohorte de nobles y personas “importantes” fueron durante muchos años aficionados a realizar excursiones por estas comarcas. Lo que nos hace reflexionar que los pinares y riscos de la zona podían presumir, con la cabeza bien alta, de tener como visitantes a representantes de todas las clases sociales de la patria ( clase media como antes casi no había, no cuenta) Desde los de más alta alcurnia a los representantes de las capas más populares como pastores, ganaderos, gabarreros y demás oficios del monte.
Francisco de Asís. Rey consorte.
Y entre las crónicas que mandaban estos no podían faltar, los relatos de las fiestas y demás entretenimientos que realizaban, en un tiempo donde la gran mayoría de la gente no sabía lo que eran las vacaciones. Buceando en la prensa de la época nos encontramos con bastantes informaciones sobre las actividades veraniegas en general y sobre sus excursiones, ecuestres concretamente. Vamos a centrarnos en dos de ellas que tienen curiosamente 20 años, exactos, de diferencia.
La primera nos lleva al año de 1860, y más concretamente a finales del mes de julio. Así en la edición del periódico “La Época” del día 27 un cronista anónimo, asistente a la excursión, nos cuenta en un tono pomposo propio de aquellos tiempos que:
“Tal despacho lo he escrito con el pensamiento al borde de la laguna de Peñalara, donde nace humildísimo el que atravesando sierras, surcando montañas y arrastrando arenas, se alza gigante, majestuoso e imponente en medio de la Puerta del Sol”.
Y continua contando más cosas que veremos en la siguiente entrada.
Santiago Martín Arribas
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