martes, 8 de marzo de 2011

Peñalara y los reyes. II

Peñalara desde las cercanías de la Granja.


Antes pinchar aquí.
Según cuentase trata de la primera expedición de S.M. el Rey a uno de los sitios más pintorescos de esta real posesión”
Respecto al desarrollo de la jornada narra lo siguiente:
“Dos horas y media de emociones agradabilísimas y gozando a cada momento variados y bellos panoramas, tardó la cabalgata en llegar a lo más alto del monte, desde donde con la simple vista, y mejor aun con los catalejos llevados al efecto, se gozó por espacio de una hora de una vista magnífica”
“Hablábase con los ojos con media Castilla la Vieja, teniendo a nuestros pies al arrogante acueducto y la catedral de Segovia, debajo de la mano el altanero Navacerrada y sus Siete Picos y sus siete revueltas….

Desde la misma cumbre, deducimos, deciden bajar por la empinada ladera que lleva a la Laguna Grande. Descabalgan y a  la aventura…
"Allí dejamos los fieles cuadrúpedos, que sin un tropezón habían salvado los dos mil puntos tropezables que habíamos corrido y a  pie (la vanidad no me deja decir que medio a gatas) se anduvieron tres cuartos de legua de bajada a la laguna.
Tres cuartos de legua por un plano inclinado y erizado de piedras enormes y cubierto en gran parte de nieve.
En esta descensión, que si alguno hubiera tenido la desgracia de rodar la habría hecho en medio segundo, o algo más si no hubiese llegado entero, empelamos una hora."

Llega la hora de la comida y desde luego resulta curioso leer lo que  escribe este buen hombre:
De doce a una, sobre la verde alfombra, y con una familiaridad de que no hay ejemplo, se sirvió un abundante almuerzo, todo de fiambres, a excepción de una exquisita tortilla a las finas yerbas que hacían doblemente sabrosa las muy aromáticas que allí servían de mesa y de asiento a los convidados.
El café y los cigarros se sirvieron al toque de marcha (..)

Pinares de Valsaín
Volvieron por el Camino del Paular, sestearon a orillas del arroyo del Infierno,  atravesaron la parte baja del pinar, cruzaron la carretera de Madrid por la venta de los Mosquitos, pasaron por “ la fondosa quebrada” de la Boca del Asno” y a las 7 de la tarde “ mientras las músicas de la guarnición llenaban el aire de armoniosas melodías, tuvo lugar una escena bellísima" que no era otra que la presencia de todo un comité de bienvenida formado por una numerosa concurrencia, destacando, claro está,  la presencia de S. M. la Reina con el tierno Príncipe de Asturias.
Vamos, que se lo pasaron bien.

Veinte años después tenemos otro testimonio similar, en este caso recogido por el periódico "La correspondencia de España" en su edición del  27 de julio de 1880.


En este caso,  transcribo parte del artículo ahorrándome casi los comentarios.

"Damas, caballeros, altos funcionarios, consejeros de la corona, diplomáticos, cuanto constituye la animación y vida entera de la Granja, accediendo a la galante invitación de S.M. el rey y señora princesa, emprendieron a las siete de la mañana la más amena y pintoresca, pero también molesta de las expediciones que se pueden realizar a estos contornos. ( Peñalara of course) 

Alfonso XII. Visitante también de las alturas de Peñalara

Como era menester lo primero que hacen es asistir a misa ( nada menos que a las 6 de la mañana) y posteriormente se dirigen  al patio del palacio donde montan los caballos o mulas, denominados " blases". Durante el trayecto nos cuenta la crónica “los incidentes y las peripecias se sucedieron sin cesar, adquiriendo algunas verdadero colorido. Algunas damas se vieron expuestas a caer, pero nada grave ocurrió ( nos tranquiliza).

(…).  La Cabalgata partió por Peña Citores, donde examinó el aparato telegráfico-óptico allá situado; hizo después al alto de Peñalara, todavía manchado de nieve; bajó la rapidísima y escabrosa pendiente que va desde el ventisquero a la Laguna, nacimiento del Lozoya; se detuvo algunos minutos y ascendió después a la cúspide del puerto del Paular, monte de Balsaín, donde se echó pie a tierra para almorzar y terminosé la tarde yendo a la casa de la pesca, a la pradera de las pamplinas- donde se descansó un rato y de allí, siguiendo el curso del Balsaín,  a las Pasaderas.
Al bajar a la laguna, el ministro de la pólvora y de los combates, vencedor en cien batallas, como les ha citado mil veces a los representantes del país, cayo del blas, sufriendo algunas contusiones afortunadamente leves. Pero la desgracia, más aún que en el ministro de la Guerra, Sr. Echevarría, ensañosé en el general Ceballos, que midió el suelo varias veces. Los expedicionarios llegaron a horrorizarse al descender por aquellos vericuetos y ver tantas caídas y tropezones. El itinerario del camino se había variado por disposición del rey. (…)
A las 8 entró la comitiva galopando por la alameda de Balsaín, yendo a parar a la plazoleta de Palacio. La mayor parte de lo jinetes volvían rendidos de fatiga, tostadísimos por el sol y el viento y cubiertos de polvo. (...)

Peñalara y los reyes. I

Peñalara

              Peñalara (cumbres, lagunas y también los  bosques que la rodean),  es  hoy en día uno de los destinos excursionistas mas concurridos del centro peninsular. Difícil es conocer el número exacto de personas que se acercan por estos lugares muy especialmente fines de semana y fiestas de guardar. Deben, debemos,  ser muchos ya que los aparcamientos se colapsan y en no pocas ocasiones las carreteras se atascan.  Pero antiguamente, incluso los fines de semana, las cosas no eran así.  A la montaña más alta del Guadarrama y su entorno como al resto de la sierra no se acercaba prácticamente nadie que no se ganara la vida aquí o tuviera que atravesarla como parte del recorrido de un inevitable  viaje. Pero como sucede con todas las cosas de la vida siempre había una excepción, de muy ilustre categoría por cierto, la más ilustre de hecho y  que tenía lugar generalmente en periodo estival.

            Y  es que la monarquía reinante y su cohorte de nobles y personas “importantes” fueron durante muchos años aficionados a realizar excursiones por estas comarcas. Lo que nos hace reflexionar que los pinares y riscos de la zona  podían presumir, con la cabeza bien alta, de tener como visitantes a representantes de todas las clases sociales de la patria ( clase media como antes casi no había, no cuenta) Desde los de  más alta alcurnia  a los representantes de las  capas más populares como pastores, ganaderos, gabarreros y demás oficios del monte.

Francisco de Asís. Rey consorte.

Y es que para el que no lo sepa por aquel entonces La Granja de San Ildefonso  venía a ser el equivalente al palacio de Miravent en Mallorca. Los reyes pasaban, al menos parte, de sus vacaciones allí en busca de un clima más benigno (brisa serrana). Así que el Real Sitio se convertía, durante los meses veraniegos, en el centro social del país. De hecho hasta la población segoviana y para seguir toda la actualidad del momento, tanto la política como la más frívola, se desplazaban corresponsales de los mejores periódicos. Los chicos de la prensa de su momento.

Y entre las crónicas que mandaban estos no podían faltar, los relatos de las  fiestas y demás entretenimientos que realizaban, en un tiempo donde la gran mayoría de la gente no sabía lo que eran las vacaciones. Buceando en la prensa de la época nos encontramos con bastantes informaciones sobre las actividades veraniegas en general y sobre sus excursiones, ecuestres concretamente. Vamos a centrarnos en dos de ellas que tienen curiosamente 20 años, exactos, de diferencia.

La primera nos lleva al año de 1860, y más concretamente a finales del mes de julio. Así en la edición del periódico “La Época” del día 27 un cronista anónimo, asistente a la excursión, nos cuenta en un tono pomposo propio de aquellos tiempos que:

“Tal despacho lo he escrito con el pensamiento al borde de la laguna de Peñalara, donde nace  humildísimo el que atravesando sierras, surcando montañas y arrastrando arenas, se alza gigante, majestuoso e imponente en medio de la Puerta del Sol”.

Y continua contando más cosas que veremos en la siguiente entrada.

Santiago Martín Arribas